La pacífica y digna Alianza Martiana de Miami fue objeto de un acto de terrorismo político en la pasada madrugada del lunes 27 de Enero, día anterior a la conmemoración del natalicio del Apóstol José Martí. Según captó la cámara de vigilancia de un comercio cercano, tres individuos encapuchados al estilo de vulgares rateros o terroristas que temen dar la cara, pintarrajearon con color rojo la fachada del local con la agotada y vieja frase esgrimida por el macartismo de los años cincuenta: abajo los comunistas, la misma que antes había esgrimido Adolfo Hitler para luego dar candela al Reichstag e iniciar la cacería y asesinato en masa a comunistas y judíos en su afán de querer apoderarse del mundo.
Será que estos encapuchados, y quienes los dirigen, en afán intimidatorio se atreven a dañar una propiedad privada, como ésta, que es rentada, y sueñan con volver a los tiempos de violencia, con muertes y bombas incluso hasta en la oficina del FBI de aquel Miami ya superado. El actual acto de terrorismo político y con alevosía nocturna bien que lo parece atestiguar.
Pero no hay que asombrarse, pues para la ultraderecha republicana, comunistas resultan hasta los miembros y simpatizantes del Partido Demócrata. Entonces como no iba serlo José Martí para esos marginales que ni disidentes han sido y que con actos de este tipo, pura fanaticada terrorista, lo que buscan son migajas de las suculentas mesadas que Washington ofrece a la disidencia cubana desde hace más de medio siglo. Son similares a los que sin recato humano están de acuerdo para que se suspendan los vuelos, que no se puedan visitar los familiares de la Isla, que se impida el envío de remesas, que otras naciones no comercien con Cuba. En fin, que de hambre se trate de matar a los cubanos de la Isla.
Nada relacionado con Martí les puede gustar. Es claro. Son cipayos de la peor de las políticas, y José Martí, cuando estaba todos los días en peligro de dar la vida por su país, desde la manigua redentora cubana reveló, tal y como lo escribió, su secreto político: “…impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América.” Y agregó: “Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso.”
Tal parecería que ese recién nacido grupúsculo fascistoide quiere lucirse, ganar cámara, y toma ánimo de los abundantes y agresivos twuiter y declaraciones que enmarcan la actual política de Donald Trump y de una ultraderecha que de mantenerse llevarán al abismo a los Estados Unidos en una locura que no es de dudar provoque que misiles crucen los océanos en un Armagedón nuclear.
Y es que no aprenden. Horas después del vandálico acto, al caer la noche de ese día, en La Habana, presididos por Raúl Castro y el presidente Díaz Canel, unos 30 mil cubanos, casi todos jóvenes, marcharon, antorchas en mano, desde la escalinata de la Universidad hasta la Fragua Martiana, sitio histórico donde José Martí, con 17 años, cumplió cárcel y trabajos forzados en condena por enfrentar al Imperio de la época.
Les habló, para Radio Miami, Nicolás Pérez Delgado.
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