Por Andrés Gómez, director Areitodigital

Este artículo fue originalmente publicado en la Revista Areíto en mayo de 1990, en el número 7, de su Segunda Época. [Hace ahora 30 años]. Su subtítulo es: Como los Cambios en lo que fue la Comunidad Socialista Europea han Exacerbado los Ánimos en Miami.

Recientemente hemos sido testigos como en Miami se han exaltado los ánimos de algunos por los eventos que han tenido lugar en Cuba recientemente.  Estos disturbios en Cuba es meta de los enemigos del pueblo cubano quienes son los sostenedores de la genocida política de Bloqueo. Bloqueo que impide el desarrollo económico de nuestro país y en estos tiempos tenebrosos de pandemia, acuciada Cuba por la falta de recursos financieros, desemboca esta situación en la carencia de alimentos, medicamentos, materias primas y otros factores esenciales para la vida y la paz en la Isla.

Algunos de nosotros hemos vivido suficiente tiempo en Miami para saber que esta exaltación de ánimos es inherente a una histeria política que es un fenómeno cíclico del ambiente contrarrevolucionario miamense.

Por eso, para ayudar esclarecer que esto es así decidí volver a publicar este interesante artículo.

El ocho de febrero pasado [1990] el gobernador republicano de la Florida, Bob Martínez, quien por cierto aún no ha aprendido a hablar el castellano, nombró por decreto ejecutivo la Comisión por una Cuba Libre. La comisión, la cual está compuesta por 12 miembros, nueve de ellos hinchados y prósperos cubanoamericanos, tiene el propósito de presentar un plan de emergencia al gobernador para aplicarse en este estado una vez se derrumbe la Revolución Cubana.  Esta útil comisión está presidida, sorprendentemente, por Jorge Mas Canosa, presidente de la Fundación Nacional Cubanoamericana.  El honorable panel estudiará los posibles efectos económicos, sociales y políticos que ese derrumbe ocasionará en la Florida. Otra ingeniosa característica de esta comisión es que continuará existiendo aún después del derrocamiento del gobierno revolucionario cubano.

Coincidiendo con la celebración en los EE.UU. del Día de los Inocentes, el 1 de abril último [1990] quince organizaciones contrarrevolucionarias cubanas se reunieron en Miami para presentar sus planes institucionales a aplicarse en una Cuba pos revolucionaria. Presentes estaban representantes de la Junta Patriótica Cubana, Cuba Independiente y Democrática, Alpha 66, el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), la Fundación Nacional Cubanoamericana, la Brigada 2506, Municipios Cubanos en el Exilio, Movimiento Demócrata Cristiano, Comité Cubano Pro Derechos Humanos, y el Partido Independentista Cubano. Indiscutiblemente, la crema y nata de la Reacción.

La víspera del Día de los Inocentes, el 31 de marzo un grupo de antiguos sindicalistas cubanos se reunieron en Miami con representantes de la AFL-CIO, la federación sindical norteamericana, con el propósito de elaborar un plan para la reorganización del movimiento sindicalista en Cuba, también a aplicarse en una sociedad cubana pos revolucionaria.

Como si esto no fuera poco, una nueva organización política, el Centro de la Democracia Cubana, dirigida por el ocurrente profesor, Enrique Baloyra, se sumó a un montón de intelectuales quienes en 1988 exigieron la realización de un plebiscito contrarrevolucionario en Cuba.

UNA NUEVA COMPARSA

Más que una comparsa, la situación política del Miami cubano durante los últimos meses, se asemeja más a una ópera bufa.  Lo bufo caracteriza lo ridículo y lo grotesco, y desgraciadamente es esto lo que ha ejemplificado el ambiente político miamense durante los últimos cinco meses.

Desgraciadamente, porque en esta ciudad viven muchas personas que se preocupan por la suerte que sus familias y amistades puedan correr en Cuba, y porque se desperdicia una oportunidad en cuanto al papel que la emigración pudiera en ayudar a facilitar al desarrollo político y económico del pueblo cubano.  Y también en tiempos de tantos cambios y confusión, como el que el mundo entero ha vivido durante los últimos meses, es cruel en engañar a sabiendas sobre lo que ocurre en Cuba.  Reavivando las ansias de un regreso triunfalista ilusorio, como la han hecho, por motivaciones personalistas y de lucro, la dirigencia y la prensa contrarrevolucionarias.

La histeria política revanchista es un fenómeno cíclico del ambiente contrarrevolucionario cubano. De hecho, este ambiente se nutre de estos períodos de histeria para sobrellevar el resto del tiempo.  Vivir treinta y un años de derrotas no es fácil.  Aunque treinta y un años es más fácil de sobrellevar, que lo que será sobrellevar la suma de todos los demás años que se seguirán agregando.  Si estos largos años han sido difíciles para la contrarrevolución ¿podrá uno imaginarse lo terrible que será el futuro?

La euforia contrarrevolucionaria de un regreso triunfalista caracterizó el  período del exilio de los años 60. Entonces se repetían con bastante frecuencia.  No los suscitaban solamente hechos extraordinarios como fueron la invasión norteamericana en abril de 1961 por la península de Zapata, la gran Crisis de Octubre en 1962, el aislamiento de Cuba logrado por los EE.UU. durante esos años, la invasión norteamericana de la República Dominicana en 1965, el fracaso de la Zafra de los Diez Millones en 1970, sino también rumores recurrentes de los éxitos de innumerables atentados contra Fidel y Raúl, y supuestas decisiones de nuevas agresiones militares contra los cubanos por parte de Washington, durante aquellos años  de la escalada intervencionista norteamericana en la América Latina y en la Indochina.

Después de la consolidación del proceso revolucionario cubano, y de la derrota norteamericana en Viet Nam en la década de los años 70, no hubo oportunidades de una envergadura mayor para justificar la euforia en Miami. Durante esos años la contrarrevolución se concentró que no lograron nunca la euforia el presentimiento de la inminencia de una debacle revolucionaria en Cuba.